Di 'cásate conmigo'... en el espacio.
Se lo puedes decir de manera clásica, en un restaurante a la luz de las velas; con fuegos artificiales, metido dentro de una limusina con champán y chocolate de primera o sobre una carroza con vistas a la Torre Eiffel. También sobre el agua, a bordo de un barco cubierto de rosas, en el asfalto o en el aire, sobre un globo, incluso en el espacio. La declaración puede ser discreta, en la intimidad de un hotel de lujo, o pública, en pleno Stade de France. El mensajero puede ser otro, una paloma, un mago camuflado de repartidor o una tuna a la francesa.
Menos arrodillado y con rosas, que ya está muy sobado, se puede decir "te quiero" de mil maneras. "Un estudio americano revelaba que el 90% de las mujeres se sentía decepcionada con la manera en que su pareja le había pedido matrimonio", explica Nicolas Garreau, romántico francés por excelencia. "Cada año vienen seis millones de personas a París por San Valentín para comprometerse sólo porque es la ciudad del amor", explica.
Para hacerles más fácil –o más ameno- el trámite, este emprendedor creó en 2006 una empresa dedicada a proponer ideas a los enamorados que quieren pedirle la mano a su pareja de manera diferente. El 90%, dice el creador de Apoteosurprise, son hombres. "Sus ideas eran estrafalarias y ridículas. Como pedir matrimonio en la Torre Eiffel, que es la industria de las declaraciones de amor. Hay demasiada gente y te puedes encontrar con otros tres hombres arrodillados haciendo lo mismo. Además, desde la torre, ¡no se ve la torre!", ironiza.
Ingeniero aeronáutico de formación, pero romántico de corazón, cuando era un estudiante Garreau "escribía poemas de amor en las aceras" y colaba mensajes en los pupitres de sus enamoradas. En Venecia, donde vivió unos años, el 'romanticismo a la italiana' le marcó y decidió consagrarse a hacer un poco más felices a las parejas, extranjeras o francesas, enamorados que quieren sorprender a su pareja.
Pedida espacial
Su compañía propone 30 escenarios para la pedida ("este desembolso se hace normalmente en las pedidas matrimoniales", dice). La más innovadora hasta la fecha es la espacial, recién estrenada. El pionero le pedirá matrimonio a su chica el próximo día 14 de febrero desde el espacio. El mensaje ha sido grabado a 30 kilómetros de altura y la homenajeada lo recibirá en formato vídeo. El precio de la sorpresa: 4.990 euros. "Siempre decimos 'te traería la luna si me la pidieras' así que pensé: ¿Por qué no hacerlo realidad?", explica Garreau.
Italianos, franceses, japoneses, americanos y también españoles recurren a esta ayuda amorosa externa. Tras la aparente originalidad del compañero se esconde una mentira piadosa pues, según explica el celestino, "la mayoría hace creer a su pareja que ellos han pensado la manera de sorprender. No suelen decir que la agencia lo ha organizado, dicen que la idea ha sido suya y que después han contratado el servicio", relata.
Si ellos son más ñoños –rosas, cruceros y mensajes aéreos-, ellas recurren al humor. La mayoría elige la opción del mago camuflado de repartidor. El prestidigitador aparece con una chistera de la que saca un mensaje de amor. Al final, tras el envoltorio, todo se plasma en tinta y papel. "En nuestra cultura todavía pesa mucho el mito de la princesa y el príncipe azul", dice Garreau.
Por eso, no hay quien duda en gastarse 490 euros en alquilar una limusina para pasearse por París. Es en una parada técnica frente a la torre Eiffel donde supuestamente el cliente saca el anillo. Este es el 'best seller' de los enamorados. Segundo en el podio, el paseo aéreo con vistas a Disneyland, esta opción por el módico precio de 1.990.
Amor que vale mucho
La 'people' suele optar por el crucero marítimo. Durante la petición se cubre de 1.000 rosas el suelo del barco. Los más acaudalados gritan te quiero a los cuatro vientos y recurren a un 'show' digno del día de las fuerzas armadas: varios aviones dibujan en el aire un corazón que cuesta la friolera de 15.900.
Por 590 euros Alejandro, de Barcelona, se le declaró a Cristina hace 15 días durante una "cena lírica" en un restaurante. Ian, de Marbella, tenía más presupuesto y agasajó a Sharon con un paseo en limusina y después una cena. "Ha sido una noche divertida. El restaurante, la comida, las rosas, el champán, el paseo en coche. Hasta el chófer ha colaborado con las fotos", ha dicho la pareja.
Al final, no importa la nacionalidad ni el dinero invertido. La reacción es prácticamente idéntica. "Ellas se llevan la mano a la boca y se echan a llorar. Siempre ocurre así", describe el celestino francés. Encargado durante años de tocar con su varita a los enamorados, él tiene también su propio escenario, con el que le gustaría ser sorprendido algún día: "Me gustaría pilotar un fórmula 1 con Fernando Alonso en el circuito de Cataluña".
